lunes, 6 de junio de 2011

De música y poesía

El arte es sobre muchas cosas. La música es una de ellas.
A todos nos gusta diferentes tipos de música: hay quienes aman el rock, otros la salsa, jazz, ska, metal, en fin...
En pocas palabras, la música es un lenguaje universal. Siempre hay una canción que nos encanta. Nos identificamos con un artista que es capaz de traducir a palabras, emociones de nuestro interior. Es allí cuando la música se convierte en poesía.

Las canciones hablan de sentimientos, emociones infinitas como el amor, desamor, resentimiento, nostalgia o melancolía. Se trata de pedazos de la historia de diferentes personas. 

Creo que a más de alguno, el escuchar una canción en especial, lo ha trasladado a un momento específico, a una parte de su historia.



Hay una canción que resume mejor mis palabras, que habla de ese magia de la música: se trata de Killing me softly, de Roberta Flack en donde se cuenta una una historia singular sobre una chica que ha ido a un bar, en el que escucha a un joven cantante cuyas letras parecen contar su historia. Cada uno hace suya una canción, que lógicamente no significará lo mismo para todos, porque cada quien adapta su contenido a sus propias vivencias.

Es la libertad de la música, cada quien la arma y desarma a su antojo. Tal vez el compositor al momento de crearla penso en su historia, pero quien la escucha se adueña de ella y la hace su historia.






Ese es el poder de la música. Nos hace soñar, nos hace reír o llorar. Es capaz de remover nuestro interior y expresar de alguna manera lo que creemos inexpresable.

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